jueves, 25 de octubre de 2018

UN ECO DESPRENDIDO DE LA SOMBRA VI


El silencio abrumó a la cuidad
aquel día que perdieron su gracia las palabras.

El alma de la urbe

puso a secar sus lágrimas
en los postes de luz.

En vano, el último de los pájaros

al no encontrar el soporte del vuelo
ni el descanso del canto, 
recurrió al pentagrama.

Los poetas, inválidos del alma,

no han sembrado disturbios
se contentan, recorriendo las calles
gracias a la ayuda de un perro lazarillo
que los conduzca a respirar el sol.

La claridad se aniquiló

para dejar sin sombras la alameda.

El espacio se desplomó

en los restos de poetas y pájaros.

FERNANDO MARTÍNEZ SÁNCHEZ

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