martes, 28 de marzo de 2017

ENVÍO


En tus aras quemé mi último incienso
y deshojé mis postrimeras rosas.
Do se alzaban los templos de mis diosas
ya sólo queda el arenal inmenso.

Quise  entrar en tu alma ¡ y que descenso!

que andar por entre ruinas y entre fosas
a fuerza de pensar en tales cosas
me duele el pensamiento cuando pienso.

Pasó!...¿que resta ya de tanto y tanto

deliquio? En ti, ni la moral dolencia,
ni el dejo impuro, ni el sabor del llanto.

Y en mi !Que hondo y tremendo cataclismo!

¡Que sombra y que pavor en la conciencia,
y que horrible disgusto de mí mismo!

MANUEL JOSÉ OTHÓN

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