jueves, 19 de enero de 2017

LA GUERRA


Dos soldados arma en puño,
el uno del otro al lado,
con el pecho atravesado
cayeron sobre un terruño.

-¡Caray que lucha tan fiera!
-¿Fue tu brazo el que me hirió?
-Sí.
-¿Me aborrecías?
-¿Yo?
Ni te conozco siquiera,
¿Y tú?... ¿Me has herido?
-Sí.
-¡A ellos! -el jefe decía-;
y sin mirar lo que hacía
el hierro en tu pecho hundí.
-¡Caray, que lucha tan fiera!
-¡vaya un modo de matarnos!
-¡Nos herimos sin odiarnos!
-¡Sin conocernos siquiera!
-Como me duele esta herida!
-¡Tampoco mi mal se calma!
-¿Me perdonas?
-¡Con el alma! 
¿Y tú?
-Yo con alma y vida.
Acércate.
-Será en vano:
estoy tan débil y tan...
-Dame tus brazos.
-Ahí van.
-Soy tu amigo.
-Soy tu hermano.
Tras indecible agonía,
expiraron en un punto,
el uno del otro junto,
murmurando: -¡Madre mía! 
De pronto retembló el suelo,
Y un rey, cubierto de gloria,
pasó gritando -¡Victoria!
¡Y Dios!... ¿qué dijo en el cielo?


Juan Tomás Salvany

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