lunes, 20 de junio de 2022

DOÑA LUZ -V-

 En un principio, con el rencor de su agonía, no podía dormir. Tercas, dolorosas imágenes repetían su muerte noche a noche. Eran mis ojos sucios, lastimados de verla ; el tiempo del sobresalto y de la angustia. ¡ Que infinitas caídas agarrado a la almohada, la oscuridad girando, la boca seca, el espanto!

 Pero una vez , amaneciendo, la luz indecisa en las ventanas, pasó su mano sobre mi rostro, cerró mis ojos. ¡ Que confortablemente ciego estoy de ella! ¡ Que bien me alcanza su ternura! ¡ Que grande ha de ser su amor que me da su olvido!

JAIME SABINES